15 marzo 2015

puentes historicos del manzanares

14/03/2015

RUTA

Ruta fácil.. con poco desnivel .. y aunque tiene zonas secas en general sigue el rio , se hace fácil y amena.





El primero que vamos visitar, el del Grajal, se halla a tres kilómetros y medio de Colmenar yendo por la carretera de Hoyo de Manzanares (M-618), la cual salva el río por otro puente construido en el siglo XIX tan pegado al anterior, que literalmente lo ahoga. Presenta una rasante alomada y un solo arco de diez metros de luz y algo menos de tres de ancho, con dovelas irregulares, detalle éste que hace dudar a los peritos de su origen romano, pues los maestros clásicos en el arte de pontear eran unos fanáticos de la geometría.
Sea lo que fuese en su día, esta bella puente arrumbada en la garganta granítica del Manzanares va a ser hoy el punto de partida de un grato paseo por la margen izquierda del río, el cual vamos a remontar siguiendo la plataforma por la que discurre enterrado el canal de Santillana. Este camino, llano y evidente al principio, desaparece bajo un farallón no más pasar la cercana presa del Grajal, siendo sustituido entonces por una repisa de cemento que bordea la pared vertical de la roca; surge de nuevo tras el peñón y, a un cuarto de hora del inicio, se extingue definitivamente en la central de Navallar, donde una lápida recuerda que fue inaugurada en 1900, siendo la primera en suministrar energía hidroeléctrica a Madrid.
Rebasada la central, tomaremos un sendero sinuoso que corre a media altura para eludir los tajos y la espesura de sauces y de zarzas que impiden la progesión por la misma orilla del río. Por él avanzaremos lo que resta de camino, en medio de una soledad imponente, culebreando por entre bosquetes de enebros y encinas achaparradas que rara vez ocultan el panorama que se presenta, allá al fondo, de la rubia Pedriza y de la Cuerda Larga, cuyas nieves lleva aún en la sangre espumeante este impetuoso Manzanares.
Tras dos horas de suave andar, nos toparemos con el moderno puente por el que cruza la garganta la carretera de Colmenar a Navacerrada (M-607) y, pocos metros más adelante, con el anciano puente del Batán: un arco de diez metros y medio de luz y casi cuatro de ancho, con dovelado regular, más del tipo romano. Como el del Grajal, está afeado por la proximidad del puente nuevo y, para más inri, le han colocado a guisa de quitamiedos –pues no tiene pretil– dos vallas de alambre que le sientan como a un Cristo un par de pistolas. O como a una cuadriga un par de retrovisores, ya que la cosa va de romanos.


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